viernes, 7 de agosto de 2009

Marketing Ideológico de Posguerra - Escribe Matías Colombres Linares

“Yendo al fondo de la historia se percibe claramente, en los últimos siglos, que las peores luchas de la humanidad se han librado, por una parte, entre fuerzas que se han distanciado del campo de Cristo, pero que no están contra él, o que tienden a ubicarse en ese campo; y por la otra, fuerzas que odian a Cristo y quieren reemplazarlo con el Anticristo.
¿Podría decirse que esta lucha es un reflejo de la primera revolución promovida por Luzbel?...
En nuestro mundo vendría a resultar la lucha humana del Mal contra el Bien, aunque no siempre el bien se encuentre en estado puro, sino herido por debilidades, omisiones y rasgos de soberbia.
Pero, en resumen, nos hallamos ante batallas materiales que obedecen a superiores enfrentamientos metafísicos.”

Salvador Borrego de su libro ”Batallas Metafísicas”.


“HACE 16 HORAS QUE UN AVIÓN ESTADOUNIDENSE HA LANZADO UNA BOMBA SOBRE HIROSHIMAŠ SI AHORA NO ACEPTAN NUESTRAS CONDICIONES, LES ESPERA UN DILUVIO DE DESTRUCCIÓN COMO JAMÁS SE HA VISTO.”
Harry Salomón Truman,
presidente norteamericano en 1945,
un ejemplo de diálogo.



Emulando a los yanquis que tanto les gusta inventar rankings de cualquier cosa, si de actos diabólicos se trata (también literalmente), las bombas de Hiroshima y Nagasaki si no están en el podio al menos lo están en el ranking de los “best 10”.
Ayer se cumplieron 64 años de aquello, y para los EE.UU. nunca hubo un Núremberg.

Pero la cosa cobra un poco más de sentido cuando nos enteramos que Hiroshima y Nagasaki eran las únicas dos ciudades católicas del Japón, mera coincidencia quizás, pero llama la atención. Por casualidad es también que en Nagasaki una de las pocas construcciones que quedó en pie en medio de la devastación fue una iglesia.
Y como en todo conflicto humano si calamos más profundo veremos esa lucha metafísica invisible de la que habla Borrego.

Con Hiroshima y Nagasaki se acababa la Guerra para Japón (aunque ya estaban rendidos), ahí muere Japón como nación independiente, muere también el espíritu samurái que aún perduraba. Pero quizás la peor destrucción fue la que se dio en la post-guerra y que vemos materializada en el Japón actual, con una sociedad y una cultura occidentalizada en el peor sentido de la palabra, de una sociedad consumista, materialista, vacía, hedonista al fin y al cabo ah, pero muy moderna, eso sí. Dicen igual que el espíritu samurái perdura latente en el empresariado japonés, no lo sé.

Otra nota curiosa es que también sobrevivieron los Ginkgos, árboles originarios de China, escasos en Japón. El Ginkgo siempre fue considerado un árbol sagrado y es usado en oriente para infusiones medicinales desde la antigüedad. Uno de ellos ubicado en un templo budista cercano fue uno de los pocos sobrevivientes a la fuerte ionización de la bomba, de hecho fueron los únicos seres vivos capaces de soportar sin protección la devastación nuclear. Son árboles considerados fósiles vivientes, y ese Ginkgo es ahora símbolo de la esperanza.
Una Iglesia y un árbol sagrado como únicos sobrevivientes ahí hay un mensaje me parece.

1 comentario:

bobafett dijo...

Que buen artículo , graciaspor publicarlo . Notable