Pueblos deprimentes del Atlántico Sur II

Leí un comentario anónimo de una persona levemente ofendida por mi descripción de Mar Del Plata. Puede ser que tenga razón al decir que todavía me falta conocerla y que seguramente habrán allí lugares "lindos" o "coloridos". Pero creo que mis apreciaciones no deben ser manejadas en términos de "lindo" o "feo" o como parte de una descripción turística. No quiero ni intento hacer de mi road trip una guía para el viajero o el turista, sino compartir una experiencia que partió desde mi subjetividad, atravesada por supuesto, por mis estados de ánimo y en definitiva, por una búsqueda interna que a veces a partir de un juego de espejos, encuentra el reflejo perfecto en lugares, detalles, cosas, ciudades.

De esto se trata un poco Marketeado, creo que se trata un poco de miradas distintas a lugares comunes. Aplicado a las markas o a la publicidad que nos ofrece combos de soluciones a necesidades que no tenemos o modelos de vida fake plastic, o aplicado a experiencias, viajes y miradas de lo otro.

Esta segunda parte va a estar dedicada al fenómeno de los Video Games, centros de diversión extinguidos en las grandes metrópolis, espacios que mutaron a cibercafés que a su vez mutaron a comunidades virtuales como Facebook, Fotolog, etc. Estos espacios virtuales que sirvieron como caldo de cultivo de nuevas culturas urbanas como los floggers (a quienes reivindico) que generaron nuevas formas de vida en comunidad como las reuniones de floggers en las puertas del Abasto o skaters en el Starbucks de Alto Palermo, nuevos códigos, nueva estética, otros valores. Los video games, entonces, quedaron como antiguos bastiones de lo analógico, el joystick, lo robótico, una estética medio ochentosa, pero sin onda. Los fichines. El Sacoa. Esto también es un culto al modo de diversión de mi generación.